5/25/2009

Sentada en una estrella

Esta noche he imaginado una estrella y sentada sobre ella, veo un mundo en su forma actual: Presto atención desde el cielo iluminado, un mundo que gira, que acomoda, que con el pasar del tiempo dispone. La belleza que asegura la perspectiva de lo lejano es inesperadamente la circunstancia que me da el valor de asumir la visión es certera cuando logramos ver todo un contexto desde otra perspectiva, un contexto que influye. De lejos, veo un mundo precioso, con inmensas ganas de vencer la batalla a quien irresponsables lo matamos día a día. Un mar azul me enseña acerca de las posibilidades en las tonalidades y la diversidad de un esplendor interior. Aquella tierra de donde somos, se asoma conectándonos con lo que ahí crece, como queriendo dejarme ver la perfección de las leyes que la rigen. De lejos, veo un mundo que brilla por la luz que emana de los que ahí habitamos, tanto, que hipnotiza la inconsciencia de vivir en la oscuridad, despierta entonces mis sentidos, el más grande, el de amar. Ese mundo que veo a lo lejos, es grande en extensión de ideas. Crear es sembrar semillas, es ver nacer, es creer, es confiar. No existe lugar alguno que no este surcado por millones de delgados hilos, una madeja entera de vida ha desenredado su camino para que andemos en él. Desde mi estrella veo senderos, unos más largos que otros, algunos delgados y vacíos, otros en anchura de experiencia y lecciones enredados entre curvos y desorientados, hay caminos rectos con ciertos surcos que proveen caídas comunes, otros tienen forma de soledad, de necedad, de sencillez o complejidad. En todos percibo una característica en común: Todos los caminos de una extraña manera están conectados, por esa madeja de vida desenredada en caminos varios que se asoman en paisajes inmensos, entre árboles altos que nos enseñan acerca de la humildad, entre desiertos que nos hacen valorar los días poblados de nuestra gente, selvas que nos enseñan acerca de la pasión y la diversidad, montañas que permanecen, ríos que fluyen, entre flores de colores que nacen en forma de esperanza en calles de concreto y sin sentido. En mi estrella, veo dos caminos que se cruzan por instantes, no logro comprenderlo pero aveces es así, los mundos lejanos son incomprensibles por creerlos quiméricos. Esos mundos que se observan desde aquí, se inventan hermosos pues adviertes como al final de cada camino, lo único que valió la pena fue el valor que aquellos dieron exactamente al punto en el que se coincide con otro ser humano. Y pienso en el momento en que se coincide con alguien, momentos asombrosos, si partimos que el mundo no espera, ni para un solo segundo su paso para que dos se encuentren. Lo que hay que ver desde una estrella, un mundo forrado de coincidencias que logran maniobrar destinos; maniobras que logran manipular las coincidencias. Mundo quimérico visto desde mi estrella.

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