
La vida es un juego y cada niño presente es una posiblidad para enseñarnos a jugar en grande. Los niños juegan sin importar el resultado, los adultos acostumbrados a disputar el marcador, nos enfrentamos. Los niños son, los adultos creen ser. Los niños saben acerca de la verdad, los adultos acerca de la razón. La razón es la duda envuelta en miedo, la duda por no creer en si mismo, porque la razón quiere tener. Los niños envueltos en una dicha inexplicable, ganan aunque pierdan, es un juego de ganar-ganar. Los niños crean, los adultos copian. Los niños saben que el amor es amor hasta que se entrega, ellos son su interior, los adultos son quien aparentan ser. Los niños observan, huelen, saborean, lloran, ríen, escuchan, tocan; los adultos se adormecen en su entorno.
Si la vida fuese un rompecabezas, no dudaría un segundo en acercarme a cualquier niño cercano para que como excelente maestro, me muestre la clave para acomodar las piezas faltantes.
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