Hace diez años exactamente, recuerdo haber ido a caminar a un parque cercano a casa, mis pies hinchados me recordaban que una niña hermosa nacería unas horas más tarde. Extraña mezcla de sensaciones invadieron durante horas toda mi escenario vital. Sabía de que se trataba toda la peripecia propia del nacimiento de un bebé, pero esta vez era distinto, en casa aguardaba la mayor de mis hijos y además con casi un añito de vida esperaba como regalo de cumpleaños al nuevo integrante de la familia, con sólo esperar una noche, un pastel y una hermana en brazos, le demostrarían que la vida era todo lo fabulosa que puede ser en los días en que cumplimos años. Y así aguardando ambas por el mayor de los obsequios, seguía con una conversación interior que me invitaba a reflexionar acerca de lo extraordinario que significa ser madre. Lo maravilloso, pensaba, era asumir el origen de la vida de una manera tan intima y cercana como el silencio que rugía en cada latido de dos corazones palpitando en un mismo cuerpo. Han pasado los años y las formas cambian y hoy, es cada sonrisa o mirada bella la que me recuerda el maravilloso regalo que recibí de parte de la vida, hace ya algunos años. No podía evitar pensar que pronto otro año más habría pasado. Demasiado pronto, sin querer perder más tiempo, me acerque a casa aunque llegue cansada, la alegría por un cumpleaños cercano se hacía evidente en casa y contagiaba a cualquiera, era la misma alegría que las mantuvo despiertas hasta esperarme para decirme que faltaba sólo un día y sería su cumpleaños. Les pregunte que querían recibir de regalo, “Lo que sea ,Ma” y se quedaron dormidas, lloré de emoción al verlas, tan grandes, tan bellas, tan brillantes. Niñas que saben de juegos y luciérnagas, que leen historias y cierran los ojos para entrar en sus mundos. Niñas hermosas llenas de sueños, risas y anhelos. Niñas responsables y juguetonas. Repletas de los colores del arco iris, ese que ilumina los mundos cercanos. Me sequé las lágrimas que nacían de un profundo agradecimiento a la vida, fui a buscar mi computadora, entre a Internet, compré boletos de avión y al día siguiente nos fuimos las tres a celebrar que hace doce años, que hace diez años; dos luciérnagas llegaron a mi vida para dar con su presencia un valor único a la mía. Dormimos abrazadas, comimos rico, caminamos y paseamos por la hermosa ciudad estadounidense, nos dimos la mano al cruzar esas avenidas anchas, anchas. Compramos a Sachita, la oso y a Dasha, la coneja, paseamos con ellas. Reímos y vacilamos. Le tomamos fotos a las ardillas y compramos libros, de cocina para la mayor, arte para la pequeña y filosofía para la mamá. Nos metimos a nadar y jugamos en la alberca. Volvimos a México y volvimos más unidas que nunca y envueltas en esa felicidad que te da el compartir encuentros con valor. Fue un gran viaje. Fue nuestro viaje.
Feliz cumpleaños amores míos, que la vida las acompañe el tiempo necesario para que sigan iluminando el mundo de quien las amamos. Que jueguen, que amen, que sonrían, que sueñen, que vivan dando lo mejor que tienen. Que miren estrellas y nubes, que sepan clarificar lo importante de lo urgente. Que sean maestras de vida aun cuando los años sigan su curso. Que estudien, que lean, que viajen, que piensen con el corazón, que actúen con la cabeza, que digan lo que son, que hagan lo que quieren. PERO QUE NUNCA, NUNCA, DEJEN DE SER LO QUE NACIERON PARA SER.
Gracias por existir.
Con amor, su mamá.
6/15/2009
SORPRESA PARA DOS
Hace diez años exactamente, recuerdo haber ido a caminar a un parque cercano a casa, mis pies hinchados me recordaban que una niña hermosa nacería unas horas más tarde. Extraña mezcla de sensaciones invadieron durante horas toda mi escenario vital. Sabía de que se trataba toda la peripecia propia del nacimiento de un bebé, pero esta vez era distinto, en casa aguardaba la mayor de mis hijos y además con casi un añito de vida esperaba como regalo de cumpleaños al nuevo integrante de la familia, con sólo esperar una noche, un pastel y una hermana en brazos, le demostrarían que la vida era todo lo fabulosa que puede ser en los días en que cumplimos años. Y así aguardando ambas por el mayor de los obsequios, seguía con una conversación interior que me invitaba a reflexionar acerca de lo extraordinario que significa ser madre. Lo maravilloso, pensaba, era asumir el origen de la vida de una manera tan intima y cercana como el silencio que rugía en cada latido de dos corazones palpitando en un mismo cuerpo. Han pasado los años y las formas cambian y hoy, es cada sonrisa o mirada bella la que me recuerda el maravilloso regalo que recibí de parte de la vida, hace ya algunos años. No podía evitar pensar que pronto otro año más habría pasado. Demasiado pronto, sin querer perder más tiempo, me acerque a casa aunque llegue cansada, la alegría por un cumpleaños cercano se hacía evidente en casa y contagiaba a cualquiera, era la misma alegría que las mantuvo despiertas hasta esperarme para decirme que faltaba sólo un día y sería su cumpleaños. Les pregunte que querían recibir de regalo, “Lo que sea ,Ma” y se quedaron dormidas, lloré de emoción al verlas, tan grandes, tan bellas, tan brillantes. Niñas que saben de juegos y luciérnagas, que leen historias y cierran los ojos para entrar en sus mundos. Niñas hermosas llenas de sueños, risas y anhelos. Niñas responsables y juguetonas. Repletas de los colores del arco iris, ese que ilumina los mundos cercanos. Me sequé las lágrimas que nacían de un profundo agradecimiento a la vida, fui a buscar mi computadora, entre a Internet, compré boletos de avión y al día siguiente nos fuimos las tres a celebrar que hace doce años, que hace diez años; dos luciérnagas llegaron a mi vida para dar con su presencia un valor único a la mía. Dormimos abrazadas, comimos rico, caminamos y paseamos por la hermosa ciudad estadounidense, nos dimos la mano al cruzar esas avenidas anchas, anchas. Compramos a Sachita, la oso y a Dasha, la coneja, paseamos con ellas. Reímos y vacilamos. Le tomamos fotos a las ardillas y compramos libros, de cocina para la mayor, arte para la pequeña y filosofía para la mamá. Nos metimos a nadar y jugamos en la alberca. Volvimos a México y volvimos más unidas que nunca y envueltas en esa felicidad que te da el compartir encuentros con valor. Fue un gran viaje. Fue nuestro viaje.
Feliz cumpleaños amores míos, que la vida las acompañe el tiempo necesario para que sigan iluminando el mundo de quien las amamos. Que jueguen, que amen, que sonrían, que sueñen, que vivan dando lo mejor que tienen. Que miren estrellas y nubes, que sepan clarificar lo importante de lo urgente. Que sean maestras de vida aun cuando los años sigan su curso. Que estudien, que lean, que viajen, que piensen con el corazón, que actúen con la cabeza, que digan lo que son, que hagan lo que quieren. PERO QUE NUNCA, NUNCA, DEJEN DE SER LO QUE NACIERON PARA SER.
Gracias por existir.
Con amor, su mamá.